Acerca del proyecto

En primera persona pretende dar a conocer testimonios de víctimas y familiares de víctimas de múltiples violencias. Las luchas contra la impunidad de sus casos. Cuáles han sido las dificultades con las que se han encontrado en el camino así como los apoyos recibidos a través de organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación y otros actores clave.
El proyecto muestra cómo la no claudicación para acceder a la verdad frente a los poderes fácticos muchas veces da resultado y lleva a los responsables de graves violaciones a los derechos humanos a que rindan cuenta ante la justicia.
Por último, quiere invitar a la ciudadanía a reflexionar sobre el rol que juega o debería jugar la justicia como elemento central en la lucha contra la impunidad.

En el Camino

El primer envión de la odisea, dirigido hacia el norte, unió la Capital Federal y Santiago del Estero, distantes 1073 km, para conversar con Mario Salto, padre de Marito (27 minutos de grabación). El periplo continuó hacia San Miguel de Tucumán, a 161 km, donde dio testimonio Alberto Lebbos, papá de Paulina (46 minutos de grabación). La siguiente parada, que permitió el contacto con Claudia Véliz, mamá de Diego Pachao (1 hora 22 minutos de grabación), fue San Fernando del Valle de Catamarca, situada 231 km más lejos.

La suma de este primer envión, que incluye 3 entrevistas, da 1465 km (de camino) y 2 horas 35 minutos (de grabación).

La segunda andanza partió de Buenos Aires en sentido inverso, el sur, con destino al hogar de María Elena y Fabián, papás de Sofía Herrera (45 minutos de grabación), en la ciudad fueguina de Rio Grande, a 2872 km. Después fue el turno de Rio Gallegos, al cabo de 375 km, donde viven Gabriela, Carina, Laura y Judith, hermanas de Marcela Chocobar (1 hora 17 minutos de grabación); Puerto Madryn, ciudad de Ángel Gersi, hermano de Jorge (1 hora 8 minutos de grabación), a 1035 km; y El Bolsón, Río Negro, tierra de Luis Albornoz, papá de Matías (1 hora 1 minuto de grabación), a 808 km.

La suma da esta segunda andanza, que incluye 4 entrevistas, da 5090 km (de camino) y 3 horas 11 minutos (de grabación).

Una Vasta Tradición

Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (1983) es un libro de Elizabeth Burgos, historiadora y antropóloga venezolana, que cuenta la vida de la protagonista, una mujer maya quiché de nacionalidad guatemalteca. El relato pertenece al género del testimonio y, entre distintos vericuetos, denuncia atrocidades horrorosas. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) del país estima que en aquel contexto, la década de 1980, la guerra civil causó más de 200.000 muertos, la mayoría campesinos miembros de comunidades originarias. Con el correr del tiempo, en 1992, quien da voz al relato ganó el Premio Nobel de Paz por su trabajo a favor la justicia social y la reconciliación.
Aunque las revelaciones de Menchú se centran en la vida de ella y su hábitat, hacen eco de situaciones similares de abuso en América Latina y en todo el mundo. Entre la palabra de esta maya corajuda y las de quienes son citados por Svetlana Aleksiévich, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, Rodolfo Walsh, Truman Capote, Jerry Mitchell o Ryszard Kapuściński, por nombrar unos pocos cronistas, hay en términos esenciales escasa distancia. En esta vasta tradición, a la que pertenecen grandes tragedias de la cultura universal, intenta colarse, salvando los evidentes contrates, el proyecto que el público tiene ante sus ojos.